viernes, 23 de mayo de 2008

El mar


Cuando escuché por vez primera "Je voudrais voir la mer" de Michel Rivard, casi quedo vuelto piedra de la impresión: amedusado, pues. Y para desamedusarme necesité adquirir el compacto que incluye esa canción con sus arreglos musicales transparentando lo inefable. El nombre que unifica todo ese artístico material se llama "Un trou dans la neige" y pude hacerlo llegar hasta mis manos gracias a que Rosario Urzúa, una compañera de trabajo, viajó al Canadá y no pasó desapercibida mi solicitud de conseguírmelo.

Cuando escuché las primeras notas musicales de esa canción, acababa de arreglar los cables de las bocinas de mi computadora y una hora antes me había sintonizado con el programa "Radio enfant Ado" y di gracias a la tecnología por hacer posible una nítida transmisión desde el Québec a mi departamento ubicado en una colonia de Guadalajara, Jalisco (en verdad doy gracias en primer lugar al mar y después a la tecnología).

He escrito varios poemas al mar; algunos están publicados y otros todavía permanecen inéditos. Llevo tan presente el mar, que a cada rato lo miro no sólo en las esquinas y tal vez por aquello de que uno encuentra con frecuencia los imperativos de su pensamiento si mantiene los ojos bien abiertos. En este momento, por ejemplo, vienen a mi mente las palabras de la canción "Caresse sur l´océan" cantada por Jean Baptiste Maunier. Esa sublime canción termina diciendo:
"Calme sur l´océan"
Así, cuando la prisa me quiere sorprender, la exorcizo con frases parecidas a "Calme sur l´océan!" dándole a entender a la señora impaciencia que mi mente no quiere radicar en naderías y, más bien, está interesada en ocuparse del mar (y en esto coincido hasta con Jallil Gibran Jallil cuando dice en una de sus reflexiones que su mente no radica en el viento sino en el mar).

En 1999, en mi libro de poemas “El milagro de tu voz distinta” que me publicó el ITESO; escribí el siguiente poema al que puse por nombre

Marcha


Cuando llama de agua bajaba sobre rocas

Al quedarte pasabas

Pintora de innombrable

Y esculpiste colores en humedad de mi alma

Mujer

Todo es mar

Ni raíces ni piedras

Sólo mar

Mar morir

Mar amar

Mar matarse

Y más allá del mar

Vive el silencio

Mujer

Fluye lo eterno

Hasta ahí llega ese poema y como ya me llama el escuchar de nuevo la canción "Je voudrais voir la mer;" en este espacio dejo ese material. En verdad es fácil conseguirlo mediante youTube.




Tanto necesito del mar, que al bajar del Volcán del Tacaná en diciembre de 2007 (Tacaná en lengua Mam significa casa del fuego) lo primero que hice fue visitarlo en su versión Puerto Madero en Tapachula, Chiapas. En el mar me di más cuenta que el fuego es agua y el agua fuego; por ello, desde el volcán el mar me llamaba.

jueves, 22 de mayo de 2008

Paris at night

Quería escribir algo que no fueran palabras porque este mayo ya me está sabiendo a junio y mi mortalidad no se cansa de desplegar tumbos como si no fuera verdad que en el fondo del mar todo está quieto. Quería escribir algo que no fueran palabras; pero fui por un café y, al regresar a mi estudio, en lugar de escribir algo que no fueran palabras, me puse a divagar encendiendo la cámara y me filmé a mí mismo diciendo un poema de otro que dura dos minutos. Así que aquí lo expongo. Al decir ese pequeño poema me inspiré en una novia platónica pero que no habita en el mito de las cavernas; pues la presiento como una gracia de las realidades que uno puede crearse.