domingo, 31 de agosto de 2008

Al regresar de la marcha contra la inseguridad en este 30 de agosto del 2008 en Guadalajara, Jalisco, México.


Al regresar de la marcha, los participantes continuábamos con veladoras y lámparas encendidas y en silencio buscamos indicios de otro cauce más allá de sólo haber ido a cantar el himno nacional junto a la estatua de la Minerva. Y esa fenoménica acción me lanza a dar gracias por no haberme quedado en el sillón con la intelectualoide respuesta conformista basada en el “Hay qué mirar quien convoca”. Marché porque creo con firmeza como lo señala Edgar MORIN en su libro Mis demonios[1] que hay acciones malvadas de llegar a fines buenos y fines buenos a veces convertidos en acciones malvadas. Y si malvados o buenos dieron origen a esta marcha yo que no me defino como ni bueno ni malo, pues intento ser humano; marché por el sentimiento de que si 70 ciudades se habrían de unir para protestar contra el crimen organizado de mi país; con seguridad en la calles no solo vería panistas, perredistas, priístas..., dogmáticos, fanáticos, matones y convenencieros. En efecto, supuse que en las calles caminarían, para protestar, aquellos que además de sus afiliaciones partidistas --o sus no afiliaciones-- son personas sintiendo hasta en los huesos la falta de techo de dejarnos indefensos contra profesionales del crimen. Marché, además, porque me cansa hasta el hartazgo el horizonte de la crítica: "¡Se ha movilizado al país hasta que los secuestradores mataron a Fernando Martí el muchacho de catorce años; el hijo de un poderoso comerciante!" Pues, sí, mientras marchaba también experimenté repudió por ese crimen y no me interesa gastar letras en lógicas ciegas de no saber mirar el fondo de ojos de las personas. Pero, por supuesto: marché –como miles—por los 2.712 seres humanos asesinados en lo que va del año* y por los miles y miles de matados en el país en años anteriores a causa de este estar aquí y en tiempos donde se impone el sólo contemplar relaciones de dinero y porque hay “políticos” en puestos de poder que participan y/o justifican el crimen. ¿Hasta cuando aprenderán los enfermos de poder a mirar los ojos de los seres?..
Tal vez por esa falta de no saber mirar por parte de los de poder enfermos, al regreso de la marcha, los participantes continuamos con veladoras y lámparas encendidas queriendo ir más allá de no solo marchar y cantar el himno, y los marchantes no siempre son borregos. No siempre son borregos; por supuesto y saben de la salida “política” de corruptos que teniendo en las manos el poder de frenar el crimen, pretenden embobar con una promesa de dar atole con el dedo: "nos unimos en la marcha".
Ojalá que el lenguaje de velas y lámparas que encendimos a las 8:30 en este 30 de agosto del 2008, llegue a prender acciones contundentes porque la ternura de una marcha vestida de blanco todavía no alcanza lo suficiente para ablandar corazones fraticidas.




*Respecto a saber más detalles sobre esta cifra, entre al sitio WEb 24/H/24 L´actualité internationelle donde se dice: "La violence, liée essentiellement au trafic de drogue, a déjà fait 2.712 morts depuis le début de 2008 au Mexique, en particulier dans l'Etat de Chihuahua. Un bilan qui dépasse déjà celui de l'an dernier". Para entrar al sitio de 24/H/24, puede darle un click a la siguiente línea electrónica: http://www.france24.com/fr/20080823-violences-trafic-droguet-mexique-morts-criminalité

[1] Veáse: MORIN, Edgar, Mis demonios, Kairos, Barcelona, 1995; sobre todo el capítulo 2. EL TRABAJO DE LAS CONTRADICCIONES, pp. 50-73 y, en específico, el subcapítulo PENSAR, VIVIR Y ACTUAR EN LA CONTRADICCIÓN, donde se dice: "Sé que la contradicción mora y seguirá morando en el meollo de la acción, de la ética y de la política. Se que no bastan buenas intenciones, ni siquiera buenas acciones, para obtener buenos resultados. Sé que los medios perversos contaminan los fines, pero sé también que medios virtuosos pueden tener efectos perversos.