domingo, 25 de septiembre de 2011

La muerte de Lucky Bambú

Apreciable amigo:

Una amiga llamada Martha Arévalo al cambiar de centro de trabajo me heredó a Lucky Bambú: ese ser misterioso que estando bajo mis atenciones todavía creció un poco más, compartiendo la diferencia de su luz al espacio de mi oficina. Los verdes ensueños de su manera de desenvolverse sorprendían a quienes quieren tener ojos para ver. Y, como se lo prometí a mi amiga Martha, nunca olvidé darle de beber agua pura en dosis templadas. Y muchas veces también le canté. Pero un día, uno de sus brazos verdes amaneció por completo amarillo; mientras el otro estaba en pleno verde fulgor. Me pareció ver, en esa realidad, el retrato de vida y muerte en un mismo tallo. Por ello, hubo quienes metieron su cuchara e interpretaron tal fenómeno con esoterismo ramplón. Si digo lo del ramplón esoterismo es porque no niego la posibilidad de la existencia de alguno que otro esoterismo profundo toda vez que la actitud filosófica enseña a no descartar sin antes conocer cualquier horizonte sólo porque existan idiotas de pretender tirar de un manotazo lo incomprensible gracias a sus prejuicios. Este tipo de personajes son primos hermanos de quienes dan recetas imposibles de provenir de preguntas bien planteadas; se trata de existencias carentes del mínimo esfuerzo para imaginar y pensar. ¡Ah!.. Hubo quien llegó a decirme: “Martín; cuando Lucky Bambú muera es muy probable que tú también mueras. Trata entonces de conservar la vida de lo que aún le queda". Menos mal: mi corazón nunca se dejó engañar por boberías parecidas a las de los profetas del abismo cuya instrucción la recibieron de quienes dan atole con los Bet-Seller de aprovecharse de la necesidad espiritual del mundo.

Para no darle largas a esta carta, omitiré algunos detalles que en otra ocasión sacaré a relucir. En efecto, el primer brazo de Lucky Bambú se desprendió por completo y algo se apagó dentro de mí; pues, sin remedio, suelo experimentar lo dicho por un filósofo: “Uno muere un poco cuando mueren los otros.” Después de 22 días, el otro brazo de mi entrañable amigo amaneció casi por completo amarillo; pero en su mano todavía sostenía una ramita verde indicándome que antes de partir me estaba haciendo un regalo. Ni tardo ni perezoso, agradecido, recibí ese ofrecimiento .

Cuando Lucky Bambú me dijo adiós por completo, para volvernos a ver en otro Reino, estaba retoñando en el vaso de agua que ahora tengo en la sala de mi casa. En fin, como ya te diste cuenta, pese a las predicciones de los falsos chamanes (porque hay chamanes aprobados por la vida y por sabias comunidades) no sólo Lucky Bambú sigue vivo en otro Reino; aunque ese movimiento cause enojo a patanes que cuando hablan, enclavados en sus dogmas, obsesiones y fanatismos, no tienen la mínima idea de los horizontes de responsabilidad y respeto. Horizontes claves en la Ética además del cuidado de sí y la justicia.

Amigo, esta es la historia que obedece a la gentileza de tu pregunta sobre Lucky Bambú. Agradezco a la vida que tú también lo hayas conocido en sus grandes aspiraciones. No obstante, ahora que ha vuelto a ser pequeño, pues me acaba de decir que iniciará caminos nuevos.

Un abrazo.