miércoles, 12 de octubre de 2011

Vivir el universo. (Breves comentarios al libro “Al rasgarse el Arco iris” de Jorge Manzano, S.J).

El día 21 de septiembre el grupo de Los Conspiradores* del ITESO me pidió presentar el libro Al rasgarse el Arco iris del filósofo Jorge Manzano, SJ. La presentación se efectuó en la Capilla Elías Nandino del Ex-Convento del Carmen; lugar donde hasta las piedras se pusieron de fiesta porque no siempre contamos con humanos de la altura de Jorge, cuya filosófica presencia es una revolución al poseer todas las edades. Aquí dejo mis palabras.

Miércoles 21 de septiembre de 2011.
Ex Convento del Carmen de Guadalajara, Jalisco.

Al cerrar la última página del libro “Al rasgarse el Arco-iris”, advertí que su autor no sólo viajó durante muchos años al viejo continente para, traspasando cementerios, hablar con los filósofos más vivos que muertos: Kierkegaard, Hegel, Schopenhauer y Nietszche; pues la escritura de este texto constituye una travesía por la geografía del lenguaje generando un relato conversacional porque, derrotados los subterfugios de la imágenes abstractas, se logra a través del género epistolar un estilo literario cuya sencillez revela la aventura que da cabida al misterio. Estilo de permitirle al autor manifestarse con buen sentido del humor ya que lo dicho se da a entender con claras y variables resonancias poéticas aunque los asuntos sean filosóficos. En efecto, en estas páginas Jorge Manzano, SJ, nos ha enviado una serie de cartas (misivas antes dirigidas a un amigo) que en su conjunto configuran un relato de viaje en orden de aligerar el camino de su lectura. Relato de viaje filosófico, sin preámbulos, para transmitir cómo el universo se puede vivir tanto en el bosque de Gribskov, en los altos de Chiapas o en la mirada ventana hacia los otros llegando desde épocas distintas. Porque, afirma el autor: “El amor universal es el más concreto." Así, entre Episodios Daneses y Secuencias de Invierno, los mensajes recibidos en este volumen editado por la Universidad Iberoamericana, nos involucran a dar una respuesta porque el yo narrativo despierta colores y a veces nos duele el color en la tragedia amorosa entre Kierkeegard y Regina o nos regocijamos con las tonalidades en el fenómeno espiritual experimentado en una boda en Bachajón, Chiapas, donde:

“… Novios e invitados estaban dispersos y en silencio. Nada parecido a nuestros saludos, abrazos, estrépitos y arroces (…) Estuve yo en silencio embebido por la atmósfera tibia, serena, azul cielo con ligero tinte rosa. De pronto el cielo súbitamente cambio de color y se puso de un suavísimo color ocre ensueño con el azul del cielo y el rosa en otro tono. ¿Sería ilusión? (…) De haberlo sabido, Hegel hubiera podido mencionar esta vivencia en su libro sobre innumerables fenómenos espirituales”.

Con el encargo, por parte del Grupo de los Conspiradores, para realizar un escrito a ser leído en esta presentación, hice mi lectura de "Al rasgarse el Arco-iris" en un viaje cuyos pormenores relato en la siguiente carta escrita de cara al mar de Mismaloya; en Vallarta, Jalisco. Carta para hacer llegar hoy a Jorge mediante el buzón de lo ilógico; pues la expresaré en voz alta en el aquí y ahora con Jorge a mi lado en este lugar de reencuentro con ustedes localizados frente a nuestros ojos. Aunque con lo aquí dicho no estoy afirmando (para darle a entender a Jorge que quiero ser uno de sus buenos discípulos) que en sentido filosófico sepa yo del todo dónde me encuentro.

Querido Jorge:

Dos días antes de partir hacia una breve estancia en este lugar llamado Mismaloya, mientras me conducía a un cajero automático de Guadalajara, Jalisco, llevaba tu libro “Al rasgarse el Arco iris” sin saber todavía si el volumen trataría sobre un viaje parecido al de Demeter o al de Dante en la Divina Comedia o al país donde toda maravilla, a pesar de Alicia, se convierte en mercancía… Y, mientras obtenía el dinero necesario para realizar mi periplo, dejé reposando el libro en la parte superior de ese utilitarista artefacto ya anticuado para las necesidades de quienes soñamos. Mientras, afuera estaba haciendo turno un señor bien trajeado y con corbata finísima a quien, para no hacerle esperar, le di el privilegio de apresurarme a salir de ese pequeño ataúd encristalado. Debido a la prisa, sólo a la mitad del trayecto hacia mi casa, mis neuronas cerebrales hicieron su movimiento de billar para darme cuenta de la ausencia del libro; objeto por el que regresé casi volando, pues ya me empezaban a gustar las sugerencias en el azul de su portada. Pero, al llegar de nuevo al automático cajero que se baña cada día mil veces en el mismo río, se rasgó mi corazón al percibirme sin ese tipo de Arco-iris de papel. ¿Se lo robó el señor bien trajeado? No lo sé. No obstante, afirmo que ese hecho acrecentó mi deseo de leerte porque, al obtener de nueva cuenta el libro anhelado, me estremeció saber que Hegel se puede leer en Chiapas. Y, por lo tanto... ¿Por qué no?: también Chiapas se puede leer en Hegel. ¿No?

Jorge: es venturoso viajar por páginas de tu libro en este lugar. Venturoso y extraordinario porque, entre otros hallazgos, gracias a mi lectura, de pronto me hago consciente de tu haber estado aquí en el año de 1969 bajo un gran árbol que bien pudiera ser éste en el cual me miro escribiéndote y dónde se asegura que hiciste llover. ¿Será mera ilusión tanta coincidencia?.. Desde este árbol, un Arco iris de los que pertenecen al alma de quienes luchan para abrirse paso en la vida forja al mar; mientras, por su parte, el atardecer escribe páginas que Hegel puede comprender, pero tal vez no Kant el filósofo del deber por el deber y no por el deseo. Así, mientras escribo, la tarde me susurra al oído que como tú también he salido a pasear con los muertos incansables de contemplar el mar; tan es así que no hace mucho despedí a uno muy querido cerca del cementerio de Motozintla de Mendoza, Chiapas (mi lugar de nacimiento) no sin antes prometerle que pintaría su tumba de color naranja radiante y que regresaría por él, en una tarde de domingo, para ir a conocer un lugar donde asesinaban humanos y se les trataba como muchos hacen con las vacas.

Jorge: culmino aquí esta carta porque comienza a amanecer la obscuridad y me están dando ganas de zambullirme en el mar y, si le doy largas al asunto, ya no podría dejarme perder con la puesta de sol.

Hasta pronto.

Apreciable auditorio:

Después de haberles compartido el principio de este final pasando por el contenido de la carta que de mi parte hoy recibió Jorge, debo decir: El libro “Al rasgarse el Arco-iris” constituye una rebelión y una revelación porque, frente a cualquier pretensión academicista, en estas páginas permanece la convicción del autor de que no se pueden ocultar lo múltiples rostros de la luz. Tal vez esta última afirmación moleste a la mera racionalidad analítica sin oídos para escuchar a quien en este volumen, a través del optimismo aprobado por la vida, se encarga de conversar con el miedo, el amor, la tristeza, la muerte, la risa, el llanto y con el Arco-iris que sigue llegando en la canción de las buganvilias, la garganta del agua; los hombres y mujeres pez, serpiente, maíz, montaña. Hombres y mujeres lejanos a las ambiciones de los sepultureros de un porvenir más radiante. Sí, lo podemos palpar: “El Arco iris se sigue rasgando y se volverá a rasgar” porque contiene el fulgor de lo bello y lo bello, como alguna vez dijera el poeta Octavio Paz, está adelante y nos llama a ser nosotros mismos.

Gracias.
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*El grupo de los conspiradores está formado, en su mayoría, por estudiantes de Filosofía del ITESO. Y la conspiración que confabulan consiste en organizar una serie de eventos como reconocimiento y en homenaje a Jorge, quien ha sido directa o indirectamente un sabio profesor de filosofía de muchas generaciones. A este grupo también pertenezco aunque soy egresado de la Maestría en Filosofía y Ciencias Sociales.
En la foto: el filósofo Jorge Manzano, SJ.