viernes, 25 de julio de 2014

AMIGO ESTEBAN LARRINAGA ROBLES: ME ENCUENTRO CONTIGO MÁS ALLÁ DE UN SALTO CUÁNTICO



El lunes por la tarde (y tal vez unos pocos días antes)  sentí un vacío inexplicable en mi corazón  presintiendo cómo una presencia muy amada había trascendido más allá de lo humano.  Pero hasta ese momento no sabía que se trataba de ti, Esteban  quien llenó de luz sublime- especial de amor fraterno mis días de ser profesor en el Tecnológico de Monterrey. Porque dentro y más allá de mi espacio laboral, tu más allá de cósmica presencia me acompañaba con el ritmo de ese libro sobre el cual hiciste vida los acuerdos. Incluso, –debo afirmar-- los hiciste vida más allá de ellos porque tú eras para mucho:

1. "Sé impecable con tus palabras".
2. "No te tomes nada personalmente".
3. "No hagas suposiciones".
4. "Haz siempre tu máximo esfuerzo".

Luego, entonces, te convertiste para mí en un extraordinario fenómeno más allá del Éverest y no sólo por nuestras trepadas al volcán Nevado de Colima; claro que no. Sino y, además, por los encuentros en aquellas  ocasiones de platicar cosas de amigos (¿qué no se le cuenta a un amigo? -me decías con sonrisa no tan sólo CÓSMICA-- y por eso ahora me sé hasta los recovecos del día de tu nacimiento) mientras compartíamos el desayuno donde solíamos dividirnos la comida para enriquecer más de nutrientes los alimentos. (Al respecto, algunas miradas superficiales-monstruosas, tal vez nunca habrán de saber que la amistad no sabe de fronteras ni de límites de edades). Sí, en consecuencia: algunas miradas aviesas no sabrán cómo la verdadera amistad requiere cósmica altura  y de unidad definitiva con lo divino, como tú la poseías y ahora la posees por completo (mi grandiosa montaña-amigo Esteban) mucho más transfigurada. En efecto, tú sabias corresponder a la amistad ultra  tiempo y espacio. Porque, a pesar de  las inevitables ausencias físicas, permanecía conmigo tanto tu abrazo puntual, como tu pensamiento amigo, mediante  el correo electrónico, el facebook, el teléfono o la telepatía: porque cuando hay verdaderos encuentros, nos acontecen increíbles fenómenos a pesar de lo que digan los  de poca fe. Y cuando llegabas, al mirarte, sentía que Dios de bondad infinita me regalaba la tremenda gratitud de su presencia.

Te estoy hablando en tiempo pasado (amigo, perdóname). Sí, te estoy hablando en tiempo pasado  porque tu partida apenas el día 19 de julio, fue de tal osadía elevándote tanto- tanto y tanto para siempre, que inevitablemente, mi corazón sintió un tremendo y terrible  derrumbe porque  fue imposible no sentir el sismo de un sol en movimiento antes no experimentado.

Amigo: el mar del poblado de Bucerías, en Nayarit, se convirtió en un bello perro (tú también amas a los perros ni modo que no ) y fiel  lo seguiste hasta una de sus profundidades para servirte de escalera al cielo donde siempre has sido uno de sus ciudadanos. Amigo: te estoy hablando en pasado para aligerar mi dolor renaciendo en la eternidad del presente donde habrás de permanecer más allá de la muerte. ¿Te acuerdas?: nos quedó pendiente otra subida al volcán Nevado de Colima en cuya cima habríamos de depositar algunas cenizas de tu papá quien, también, siempre deseó subir al volcán con nosotros. Nos hizo falta también emprender la subida tanto al Machu Picchu, como al Volcán del Tacaná. No importa, de todas maneras subiremos esas cumbres  desde una perspectiva más allá de la lógica.

Amigo músico, amante de la clásica música (e intérprete de música)  seguidor de los Beatles, de las canciones del Mago de Oz… Sí: Esteban deportista, Esteban montañista, Esteban yogui, Esteban reflexivo y meditativo, Esteban viajero, Esteban intelectual-espiritual, Esteban lector y guerrero; Esteban arcángel por no juzgar a nadie, Esteban estudiante de " Animación y Arte digital",  Esteban parecido a un pájaro quetzal, pero con muchos más cantos que setecientas voces. Con tus 22 años (te conocí cuando recién cumplías 18) en tu paso por el Tecnológico de Monterrey aunque  oficialmente el profesor fui yo, te constituiste en uno de mis más apreciables queridos, grandiosos y amados maestros. ¿Qué podría, por consecuencia, decirte  si ya eres parte no sólo de la luz; sino del misterio insondable más allá de la luz?..

¿Sabes?... conservo la piedra; la pequeña piedra cuando pensaste en mí en una de tus inmersiones en aquel matiz del  mar de Cancún de hace tres años:

“Martín: te aviso que al llegar a Cancún me meteré al mar y tocaré el fondo hasta hallar una piedrita para ti que te sea tan cabrona que recuerdes para toda la vida que subimos juntos el Nevado.

Recibe un abrazo de los más grandes.

Tu amigo Esteban.”

Conservaré  la piedra ahora convertida en sacramento recordándome  que, a pesar de los monstruos alucinados del mundo, subsistimos como humanos gracias (¡y por fortuna!)  a que la Madre Tierra da a luz a seres como tú.

Esteban:

¡Gracias por existir  y ser mi amigo más allá de la muerte!

Martín Mérida