domingo, 2 de abril de 2017

TRAS UN GOLPE REPERCUTE UN TIGRE Y UN COLIBRÍ



                                                                                                   Por Martín Mérida




Tras un golpe con repercusión en el oído, a la memoria llegan palabras como Cinarizina, Serc, Aytugre, Pentoxifilina.


Tras un golpe uno no elige todas las palabras. Pero de éstas de farmacia, me gusta Aytugre porque con sólo mover la u puedo cambiarla por Aytigre. Claro, no entraré a la Farmacia diciendo: ¿Oiga usted, me podría dar un frasco de Aytigre?


¿Y si hubiera medicina Aytigre para aminorar las dolencias?... porque me han pintado una raya más en esta capa resistente y flexible que es otra nota en el frágil y fuerte cuerpo mío.


Esto digo porque gusto hacerme reír para mis adentros –donde hay alguien muy especial que gusta reír conmigo-- porque si lo hago para afuera, mientras pasan carros de ojos adormilados y bicicletas sonrientes al sacar humo azul de los manubrios, de seguro alguno de esos seres uniformados del pensamiento. Uniformados de ir como siempre a sacudir el mismo polvo de ayer a su trabajo, dirá: « ¡Pobrecito Martín Mérida!..» «¡Ya perdió la cabeza!». Y, entonces, tal vez llegará a plena avenida “La calma” un psiquiatra de La Cruz Verde a trazarme en la frente una de sus etiquetas y cambiará la medicina del otorrinolaringólogo por esas que ahora contienen espíritu de yerba que antes despreciaban. A mí no me gustan etiquetas en la frente, ni siquiera las de cuaresma.


Me encanta hacerme reír y muchas veces hasta carcajearme. Y, al respecto, hoy, 15 de marzo, aunque apenas van a dar las 5 de la mañana, mientras entro a la farmacia también entró un colibrí. Pero no pensará usted que el colibrí llegó porque usted llegó, ¿verdad?... Me dice un señor que de tan gordo están sufriendo sus anteojos. No le contesto a quien aparte de no haberlo visto antes en mi vida, emite palabras como sacar fierros de una máquina oxidada. Mejor me dan risa sus anteojos aunque los comprendo.


Regreso a mi casa con la bolsita de plástico, no degradable, lleno de medicina donde está pintada la catedral cuyas torres se parecen a las orejas de Batman. Y al entrar digo:


Del néctar del instante
zumbó en marzo
acciones infinitas
(ajeno a medicina farmacéutica)
el Doctor Bird.